sábado, 5 de mayo de 2012

Dany

-¡Dany, no te vayas por favor!-.

Se sentó, se vio las manos y las tenía hinchadas, recuperó la movilidad en cuestión de diez minutos, pero seguía sin entender nada. Pensó en la noche anterior y llegó a la conclusión de que fue la mejor noche de su vida. Nadie la había hecho sentir así, pero tampoco se imaginó sufrir de esa manera; al fin y al cabo, pocos hombres trataron de satisfacerla y no lograron que sienta dolor. El único que pudo hacerlo fue Agustín; el problema  era que no quería maltratarlo así, porque a pesar de  tantos años de amistad, nadie cambiaría lo que pasó.

Pasó media hora en la ducha analizando su cuerpo, sonrió, se arrodilló y dijo:

-La próxima vez traes una desconocida, porque la verdad, mi hermana no se merecía algo así-.

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