jueves, 9 de agosto de 2012

Fantasmita


-¡Mírame, no me dejes hablando solita!-dijo la niña.

El pequeño abrió sus ojitos, la vio y sonrió, ella le estaba dando besitos, pero él no los podía sentir. La nena seguía sin entender qué pasaba, se desesperaba por que su hermanito sintiera el amor que le estaba transmitiendo. Su madre entró en la habitación y encontró a su hijito de dos años riendo a carcajadas, ella sonrió, lo tomó en brazos y lo colmó de besos. Se dijo a sí misma:

 -Me recuerda a su hermanita cuando tenía la misma edad, antes de que enfermara-.

Se dirigió a la habitación y recostó al niño en la cama, junto a su padre, quien despertó y se sentó a su lado, él, acercó su cara a la frentecita del pequeño y le dio un beso, pensando: -No puedo creer la felicidad que me da el saber que está sano y no lo vamos a perder, como a ella-.

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